Una leyenda cuenta sobre un pastor de cabras, Kaldi, quien se percató de los efectos energizantes que sobre su rebaño se evidenciaban después de mordisquear las bayas rojas y brillantes de cierto arbusto.
Buscó consejo en un venerado musulmán, llevando las bayas hasta un monasterio cercano; pero éste desaprobó su uso y las tiró al fuego, de allí emergió un aroma atrayente que se convertiría en pasión. Los granos tostados fueron rápidamente extraídos de las brasas y disueltos en agua caliente y sal, dando origen a la primera taza de café en el mundo.
El café Procope de la ciudad de París, fue el primero en abrir en 1686, inventando una nueva forma de preparar el café: haciendo pasar agua caliente a través de un filtro con café molido.